Cáncer de mama y estética


Hacía poco tiempo que había llegado de un viaje por Europa, en octubre de 2009, cuando empecé a sentirme algo cansada y una dureza en una de mis mamas. Realicé una consulta con un médico, quien me explicó que dichos síntomas podrían ser a causa de falta de vitamina A. Con el paso de los días las molestias continuaron por lo que decidí hacer nuevas consultas.
Me hice una mamografía cuyos resultados arrojaban que había algo anormal. Me hicieron una punción y me diagnosticaron cáncer de mama triple negativo, un tipo de cáncer agresivo y expansivo. En tres meses estaba en estadio 3 y me había tomado los ganglios. Si lo hubiera dejado pasar hubiera sido gravísimo. Incluso el oncólogo me dijo que tenía que hacerme quimioterapia previa a la operación. Durante la intervención quirúrgica, me practicaron una mastectomía radical (me sacaron mama y músculo) y me extirparon la cadena de ganglios afectada. Los médicos analizaron quitar la otra mama pero finalmente, como estaba sana, no lo hicieron.
Finalizaba el 2009 y yo terminaba la quimioterapia. Me sentía mutilada, pálida, sin cejas, pestañas ni pelo, flaquita y todo el tiempo tenía frío. Me veía como un Alien. Empecé a buscar ayuda en el grupo Esperanza y me di cuenta de que estar muy pendiente del pensamiento y no prestar atención al cuerpo era contraproducente para mí por lo que me interioricé en terapias alternativas. Necesitaba recomponerme físicamente y fui a una nutricionista que trabaja con dietas vegetarianas. Hice un posgrado que se llama Abordaje terapéutico del cuerpo y de la voz donde, entre otras actividades, hacemos danzaterapia y eutonía. De a poco me fui sintiendo mejor y mi cuerpo iba reponiendo las energías.
También hice el curso Luzca bien, siéntase mejor, que me pareció una buena idea para recomponer mi apariencia física, algo que es muy importante en la mujer y su autoestima. En aquel momento no me sentía “yo misma”, ya que estaba demacrada.
La pérdida del pelo fue un tema difícil. Al principio no usaba nada para taparme la cabeza pelada pero un día una nena caminando por la calle me miró como a un bicho raro y me sentí mal. Comencé entonces a usar turbantes, pañuelos y gorros; aprendí a dibujarme las cejas y a tratar de disimular las consecuencias de la terapia para que no se notaran tanto en mi cuerpo. Por suerte, el cabello volvió a crecer pronto, pero recuerdo que en el momento en que estaba pelada sufrí mucho.
Cuando te extirpan músculo y ganglios, la colocación de prótesis mamarias no se puede practicar por lo que un cirujano plástico me recomendó una reconstrucción pero sinceramente el procedimiento era muy complicado y salí espantada. La operación consiste en extraer grasa abdominal a través de una lipoaspiración (en el caso de que en la zona abdominal no haya grasa se puede extraer de las piernas) para inyectarla en la zona de la mama. No me gustó para nada, hay que someterse como a cinco operaciones y una queda llena de cicatrices.
Finalmente aprendí a aceptar el cuerpo tal como lo tengo y a reconocer las circunstancias y las marcas de lo que me ocurrió. Busqué lo que me hizo sentir bien: pensar en mi cuerpo, entender su funcionamiento, conocer cada parte.
Hay gente que aún hoy no puede nombrar la palabra cáncer. Ya no es un drama, es curable y no hay que vivirlo como una sentencia de muerte. Tampoco es positivo sentir lástima de uno mismo o concentrarse en el “por qué me pasó a mí”. Creo que tenemos que buscar lo que se puede tomar de una experiencia así y que, si uno necesita ayuda, tiene que pedírselo a sí mismo y organizarse para poder cumplirlo para estar bien.
“ En mi vida, el cáncer de mama fue un llamado de atención que me ayudó a darme cuenta que tenía ganas de vivir y de hacer muchas cosas que postergaba por pensar que las podría hacer más adelante porque cuando pensás que tenés todo el tiempo del mundo, te dispersás. ”
