Cáncer de mama y familia


Hace 10 años, mientras estaba amantando a mi hija más chica, me detecté un bulto en la mama derecha. Fui a ver a mi ginecólogo y me dijo que no creía que fuera peligroso pero pidió que me realizaran una mamografía y una ecografía. Cuando vi el resultado, después de 20 días, decía carcinoma. Dudaba si podía ser bueno o malo pero finalmente el médico me confirmó que era cáncer de mama. Recuerdo ese día terrible: se me vino el mundo abajo pero en ningún momento me pregunté el “¿Por qué a mí?”. ¿Quién soy para que no me pase? Lloré y recé. Me sentía atravesaba por la muerte. Sin embargo, me dispuse a enfrentar lo que me tocara y me propuse sentirme bien.
Me operaron una sola vez, una cuadrentectomía muy imperceptible. Más tarde, el mastólogo y la oncóloga determinaron cómo iba a continuar y me recetaron quimioterapia.
Mi amiga, Alejandra, había pasado por la misma enfermedad el año anterior y me contuvo. Como yo la había visto tan bien y entera, me sirvió compartir su vivencia durante el tratamiento para tener confianza.
Estoy casada hace 20 años y tengo tres hijos: dos varones y una nena. Cuando supe que tenía cáncer de mama se lo comuniqué a mi marido y a mi familia pero no quise hacerlo con mis hijos. Me costaba decir la palabra cáncer y al pensar en la película que podría armarse en la cabeza un niño con esta noticia, decidí no hacerlo. Actualmente sólo lo sabe el más grande que tiene 18 años. Venía procesando que se lo quería decir y lo venía conversando con mi marido. Se enteró en medio de una típica discusión con un adolescente. Quizá no fue la manera que quería, pero surgió así. Después, y con más tranquilidad, me senté a explicarle por qué había elegido no contárselo antes. Fue por la desinformación y porque ahora que menciono cáncer, siento que puedo ayudar y decir algo positivo. Es algo que se puede enfrentar. En aquel momento sentía que ni yo podía creer eso. Pienso que este testimonio puede ser un disparador para hablar con mis otros dos hijos.
En el colegio donde trabajo comuniqué rápidamente que tenía cáncer de mama pero pedí que fueran cuidadosos porque, como mis hijos cursaban en ese lugar, no quería que se filtrara. Además, me sentí acompañada por la directora que también tuvo la enfermedad.
Para mis hermanos y, especialmente para mi mamá, fue muy duro saber que tenía cáncer. Mi abuela también había tenido la enfermedad y le habían hecho mastectomía en las dos mamas. El año pasado mi mamá se hizo un estudio y le detectaron un tumor. Hoy está muy bien y controlada. Quizás ayudó que yo lo haya transitado para confiar en que se puede salir.
Por suerte pude retomar mi trabajo y mi vida. Huyo de estar en el ámbito de la enfermedad. No tengo ganas de dramatizar, prefiero ser útil o ayudar a salir. Incluso, digo que tuve cáncer cuando lo creo necesario. Quiero acercar mi testimonio y tránsito por la enfermedad para asegurar que se puede salir adelante.
Creo que el cáncer me ayudó a bajar las revoluciones, dejar las corridas y pensar en la calidad de los tiempos. No vivo pensando en que es el último día sino que disfruto de lo que hago y vivo bien cada instante tratando de evitar quejas inútiles.
Cuando te dicen cáncer, inmediatamente pensás en que te vas a morir. Yo aprendí después de mi experiencia que no es así. Creo que hay que enfrentarlo y poder llevarlo. Me cambió la mirada sobre los chicos, me centré en que no quería que mis hijos me perdieran ni yo a ellos.
