Cáncer de mama y embarazo

María Chiara nació el 11 de septiembre de 2008 y fue la alegría más grande que pude recibir después de transitar el embarazo con cáncer de mama. 

Mi historia familiar tiene relación con este tipo de cáncer, como que de alguna manera ya estaba avisada. Mi abuela materna, una tía abuela y una prima de mamá tuvieron cáncer de mama; lo padeció mi hermana y fue a partir de su diagnóstico que tomé mayor conciencia de que quizá existía el riesgo de padecerlo también. 

A mis 35 años supe que estaba embarazada y los médicos me aconsejaron practicarme una ecografía mamaria. En los resultados se vieron unos nódulos en la mama derecha que no parecían alarmantes. No podía imaginar que algo malo podría pasar si un bebé estaba creciendo en mi cuerpo. 

Pese a esos resultados, continuamos con nuestra vida normal y junto con mi marido, Uriel, viajamos a Uruguay y contamos la noticia del embarazo a la familia que vive allá. Al regresar a Buenos Aires, volvimos a consultar al doctor quien me recomendó operarme y sacar esos nódulos, teniendo en cuenta mi historia familiar. En ese momento llevaba once semanas de embarazo lo que me generó temor al escuchar al profesional, pero me tranquilizó y me explicó que no había riesgos para el bebé ya que, entre los cuidados, iban a controlar la anestesia que iban a utilizar. 

Al ingresar al quirófano y, antes de la operación, coloqué mis manos sobre mi panza embarazada y recé un Padre Nuestro hasta quedarme dormida. Hubo muchas cadenas de oración entre familiares y amigos por la salud de las dos. 

Por otro lado, ver a mi hermana en recuperación me dio confianza y fuerzas. Creo que pude atravesar esta enfermedad, que fue de riesgo de vida para mi bebé y para mí, gracias a la fuerza de la fe. 

Aunque los nódulos parecían benignos, a las pocas semanas los resultados de una biopsia arrojaron lo contrario: eran malignos, por lo tanto iban a tener que realizarme una mastectomía de toda la mama. El médico me dio su palabra que iba a salir todo bien. Yo sentía una pulsión de vida, no iba a bajar los brazos. No estaba enojada; lo único que quería era vivir y que estemos sanas. La operación resultó todo un éxito e incluso parecía que mi cuerpo se curaba solo. 

Por suerte, siempre fui optimista y el embarazo siguió muy bien. La terapia con una psicóloga me ayudó muchísimo a transitarlo y también me sumé a los grupos de autoayuda de la ONG MACMA que me dieron la contención y la información necesarias para atravesar mi enfermedad. 

No tomaba medicación pero me monitoreaban constantemente con ecografías y análisis para confirmar que no hubiera cambios hormonales en caso de que hiciera falta adelantar el parto. 

El 11 de septiembre de 2008 nació María Chiara por cesárea, que fue una condición incuestionable para evitar una revolución hormonal. Estuve despierta en todo momento y conocí a mi hija, apenas nació: la colocaron al lado mío y pude besarla aunque tuviera los brazos atados con las vías del suero. Fue una alegría enorme y un alivio para todos. 

Con seis años, Chiara es dulce y cariñosa pero al mismo tiempo independiente. Le contamos todo lo que pasó, incluso me preguntó por la cicatriz que tengo. Uriel, Chiara y yo formamos un trío muy apegado. 

Me siento profundamente agradecida a Dios y a la vida por haber superado esta prueba tan difícil. Por eso, necesité retribuirlo y me sumé como voluntaria a entidades como CAPA y MACMA para ayudar a pacientes oncológicas en talleres de imagen personal, asesorándolas para verse bien y sentirse mejor.

 

“ Con el cáncer de mama aprendí a hacer un balance entre trabajo y calidad de vida. Creo que en el día a día encontrás la manera de manejar la enfermedad, pero aceptar el cuerpo nuevo impacta y es un trabajo diario. Mi marido, que siempre me hizo sentir amada y hermosa, y mi hija, fueron la fuerza para continuar luchando y sonriendo. ”