En el mundo hay cerca de 2,3 millones de personas con esclerosis múltiple (EM), una enfermedad neurológica que puede afectar al cerebro, la médula espinal y los nervios ópticos. Aunque la presentación de la esclerosis múltiple varía de persona a persona, dependiendo de la zona del sistema nervioso central que esté afectada, todos los pacientes comparten una característica: la necesidad de hacer visible su enfermedad. Es por eso que este 30 de mayo, Día Mundial de la Esclerosis Múltiple, el lema será #MiEMInvisible, un llamado de atención para mostrar todo lo que no se ve de la EM, desde la fatiga y la discapacidad progresiva, hasta las dificultades sociales, laborales y académicas que ocasiona.
Entre los síntomas de la esclerosis múltiple se incluyen visión borrosa, debilidad de las extremidades, sensación de hormigueo, inestabilidad, problemas de memoria y fatiga. La enfermedad puede manifestarse con brotes y remisiones, es decir, con períodos de actividad de la enfermedad seguidos de mejorías temporales que pueden durar años (Esclerosis Múltiple Recurrente-EMR). También puede presentarse sin la fase de remisión, empeorando progresivamente y afectando áreas como la visión, la movilidad y la cognición, lo que se denomina Esclerosis Múltiple Secundaria Progresiva (EMSP), y Esclerosis Múltiple Primaria Progresiva (EMPP).
A pesar de que no existe cura para la EM, en los últimos años se ha avanzado notablemente en la comprensión de los mecanismos subyacentes a la enfermedad. Las últimas investigaciones sugieren que los linfocitos B, pertenecientes al sistema inmunitario, juegan un importante rol en la progresión de la EM. Habitualmente no se encuentran células inmunitarias en el sistema nervioso, ya que existe una barrera hematoencefálica que protege al cerebro, evitando el ingreso de elementos potencialmente peligrosos. Sin embargo, en personas con EM, dicha barrera se encuentra debilitada y permite el paso de células T y B hacia el cerebro y la médula espinal.
En Roche, esos hallazgos condujeron a la investigación y el desarrollo de nuevas alternativas terapéuticas. En Argentina se aprobó recientemente un anticuerpo monoclonal que actúa sobre las células B, y que demostró eficacia tanto en esclerosis múltiple recurrente como en formas progresivas, convirtiéndose en el primer tratamiento aprobado para Esclerosis Múltiple Primaria Progresiva.
Hacer visible la esclerosis múltiple significa tener una nueva mirada hacia esta enfermedad, con el objetivo de ir más allá de su impredecibilidad: se busca frenar la progresión de discapacidad, desarrollar la independencia y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
AR/OCRE/1905/0074